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Comunicaciones de guerra: parte del general Manuel Baquedano sobre la batalla de Tacna E-mail

 

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Documentos históricos

 

Batalla de Tacna[1]

Parte Jeneral en Jefe

Cuartel general del Ejército

Arica, Junio 11 de 1880

Tengo el honor de trascribir a US. el parte pasado por el señor coronel, jefe de Estado Mayor Jeneral, don José Velázquez sobre la batalla del 26 de mayo en las alturas de Tacna:

 

Campamento a la vista de Arica, junio 6 de 1880

Señor jeneral en jefe:

Tengo el honor de pasar a manos de US. el parte detallado de la batalla del 26 de mayo en las alturas de Tacna, i en la cual fueron completamente derrotados los ejércitos del Perú i Bolivia. I para que el Gobierno i el país puedan darse cuenta exacta de ese importante hecho de armas, voi a esponer a la lijera los trabajos que ha sido necesario ejecutar para poner al ejército en situación de medir sus armas con las del enemigo, trabajos que son como los antecedentes de la victoria obtenida.

Del 10 al 15 del pasado abril comenzaron a moverse sobre Locumba las primeras divisiones i como es natural, contrajimos todos nuestros esfuerzos a hacer segura i arreglada su marcha por aquellos desolados desiertos. La caballería, que a las órdenes del señor coronel Vergara, se ocupaba en explorar los alrededores de ese valle, i varios oficiales del estado Mayor Jeneral i Artillería que recorrían i estudiaban la topografía del terreno,  habían asegurado que el paso de la Artillería de campaña era mas o menos fácil de Hospicio a Locumba, pero imposible de aquí a Buenavista. Se presentaba, pues, una seria dificultad, que era necesario vencer a cualquier costa.

El 27, día en que la segunda división que había tomado a Moquegua marchó de Hospicio a Locumba, la primera i tercera se encontraban ya en el último punto. Los rejimientos 3.°, Lautaro i Zapadores, se alistaron para ir por mar a Ite, caleta que dista 11 leguas de Buenavista.

El 28, US. marchó a unirse al Ejército i el 2 de mayo el Estado Mayor Jeneral, los cuerpos mas arriba espresados i la Artillería de campaña, desembarcaban en Ite, pues el que suscribe, buscaba la vía más fácil para proveer al Ejército i conducir los cañones de campaña i su numeroso i pesado material. El paso de éstos por la cuesta de Ite, fue una obra que honra a los que la llevaron a cabo. US. conoce los esfuerzos de constancia i de actividad que hubo que hacer e cuatro días de incesante trabajo para realizar nuestro propósito.

El 10 la Artillería llegó a Buenavista, i a pesar de los deseos de US. para atacar con rapidez al enemigo, el que suscribe se vió en la imperiosa necesidad de quedarse en Ite, punto que debía ser en adelante el centro de los víveres i demás recursos. Era necesario establecer de aquí a Buenavista una corriente ordenada de provisiones para el Ejército, trabajo que necesitaba la vigilancia inmediata de los que tienen a su cargo esa tarea tan laboriosa como secreta i difícil. He ahí el por qué de mi estadía en Ite.

Durante 15 días no hubo descanso. Teníamos en contra la braveza del mar i los mil inconvenientes que presenta el servicio de acarreo, nuevo entre nosotros i por lo mismo lleno de dificultades. Al fin el 16 pude reunirme a US. llevando los últimos restos de las provisiones que el mar había permitido echar a tierra.

De orden a US. el 22 de mayo hice con el Estado Mayor i una buena parte de los jefes i oficiales del Ejército, un reconocimiento sobre las posiciones que ocupaba el enemigo. La fuerza se componía de las tres armas. Los resultados de ese reconocimiento pudieron verse. Conocimos la situación de los aliados i pudimos, mas o menos, apreciar el alcance i el número de sus cañones i estudiar, por último, otros puntos importantes para el ataque.

Después de la operación mencionada, US. acordó la partida del ejército para el día 25. Todo listo, éste se puso en marcha a las 10 de la mañana i a las 4 y media de la tarde las primeras divisiones acampaban sobre las lomas que dominan a la quebrada Honda. La marcha se hizo calmada i sin tropiezo. El único incidente que tuvimos que lamentar fue la pérdida de una recia de mulas, cuyos arrieros, no obstante las instrucciones dadas, se adelantaron a la caballería que debía proteger los convoyes i siguieron mas allá de la quebrada Honda, sitio escojido para pasar la noche. De los arrieros, dos quedaron en poder del enemigo i tres fueron heridos en la cara.

Tomadas las precauciones del caso para evitar una sorpresa del enemigo, que desde la altura de sus posiciones observaba nuestros movimientos, la tropa se entregó al reposo. A las 4 de la mañana se hizo el reparto de municiones hasta completarle a cada soldado 130 tiros. Al mismo tiempo se dio una caramañola de agua a las dos divisiones de vanguardia, de la poca que en barriles pudo traerse, porque los estanques se quedaron a medio camino, a causa de lo arenoso i quebrado del terreno i del cansancio de las mulas que habían trabajado sin descanso durante el día.

A eso de las 6 de la mañana, se avistaron fuerzas enemigas a cinco mil metros de distancia. Eran los batallones de una parte del ejército que habían tratado de sorprendernos, pero que se habían estraviado en la oscuridad de la noche. Para hacer espedito el avance, hubo que lanzarle algunas granadas con los nuevos cañones Krupp. Una hora mas tarde el ejército formado en línea de batalla i protejidos sus frentes i sus flancos por guerrillas, principió a avanzar.

Antes de seguir adelante, conviene que haga a US:, aunque sea de una manera imperfecta, una lijera descripción del terreno en que se libró la batalla. Tacna se encuentra, como US. lo sabe, en el fondo de un ancho valle que cortan por el sur i el norte dos cadenas de elevados cerros que corren de oriente a poniente. La del norte tiene una anchura como de media legua, es arenosa i formada de lomajes sucesivos. Por el lado del norte es menor la elevación de esa cadena que por el de Tacna i desciende suavemente al llano por donde va el camino a Buena-Vista. Esta era la posición del enemigo, que tenía en la cumbre formada su línea de cañones i de infantes; por consiguiente, podía irse replegando de altura en altura hasta dejarse caer a Tacna. En cuanto a nosotros, cubríamos la arenosa i apenas ondulada llanura en un espacio de mas de una legua.

Los aliados al vernos avanzar, desprenden de sus líneas compañías guerrilleras que se adelantan un buen trecho i se ocultan en fosos i en las sinuosidades del terreno.

A las nueve i media, el escuadrón mandado por el señor comandante don Manuel Bulnes i que protejía nuestra derecha, toma prisioneros a un capitán de caballería, un cabo i tres soldados. El oficial capturado da algunas noticias que mas tarde resultaron exactas. El ejército continúa avanzando en perfecto orden.

A las 10 en punto la artillería enemiga rompe sus fuegos a tres mil metros. Las primeras líneas de guerrillas toman el orden oculto i el ejército hace alto. Las granadas revientan en medio de los soldados chilenos sin producir daño. Nuestros cañones responden con punterías bastante certeras. El cañoneo dura una hora poco mas o menos i los aliados apagan sus fuegos. La primera i segunda división avanzan a paso de carga sobre el centro i la izquierda del enemigo.

A las 11 hs 45 ms. las guerrillas de la primera división inician el ataque a corta distancia. He aquí la colocación de cada uno de los cuerpos en los momentos de  entrar en acción.

A la derecha nuestra, la primera división compuesta del rejimiento Esmeralda, i los batallones Navales, Valparaíso i Chillán.

El Valparaíso dispersado en guerrilla proteje el frente de la división espresada. En el centro estiende su línea la segunda división con el Santiago, el 2.° i el Atacama. Las compañías guerrilleras de estos cuerpos protejen el frente. La 1era división forma una especie de semi-círculo alargado, con el propósito de tomar la retaguardia del estremo izquierdo de los contrarios. Separada como una media legua de la 2da división, la 4ta con Zapadores, Lautaro i Cazadores del Desierto, avanza en columnas cerradas a atacar por la izquierda, para cortar la retirada al enemigo, que podía escaparse por Pachia i Calana i herirlo en su parte mas débil i sensible.

Detrás de los estremos de la 1era i 2da división, está la 3ra dispuestas forman un cono trucar cualquiera de las alas que se sienta debilitada. Mas atrás todavía, a cierta distancia i frente al fondo de las tres divisiones se halla la reserva, compuesta de los rejimientos Buin, 3ra i 4ta de línea i Búlnes. Todas estas fuerzas forman un cono truncado de gran base.

Las baterías de campaña de los capitanes Flores i Villarreal, a la altura de la 3ra división, protejen a la 1era cuyas baterías se encuentran guardadas en su retaguardia por granaderos i Carabineros de Yungai núm. 1. Las de montaña de los capitanes Errázuriz i Sanfuentes protejen a la 2da división. A la izquierda de la reserva i un poco a retaguardia, están las baterías de campaña de los capitanes jarpa i Gomez. La de montaña del capitán Fontecilla, avanza con la 4ta división, lo mismo que Cazadores i Carabineros núm. 2.

Como he dicho, la primera división abrió el fuego a las 11 hs 45 ms. La segunda se lanzó adelante i pronto rompió sus fuegos. La artillería lo continuó también i el combate se hizo jeneral. Pocos momentos después, la batería de la cuarta división atacaba una fortaleza enemiga artillada con cuatro cañones Krupp i un Blakey. Desde esa hora, el tiroteo se hizo horrible i nuestras filas se clareaban segundo por segundo. No obstante, el ardor del soldado no se entibiaba e iba como empujado hácia adelante desafiando el peligro. Hora i media mas tarde, la tercera división entraba a apoyar la primera i segunda, que ya ganaba las cimas i que se habían batido varias veces a la bayoneta. Chacabuco i Coquimbo marcharon al centro i artillería de Marina a la derecha.

En este momento, i con el objeto de protejer nuestra derecha, un tanto desorganizada, dio US. al coronel Vergara la órden de que cargara por ese lado la caballería.

Al efecto, éste mandó darla al comandante Yávar con sus granaderos. La órden fue cumplida, salvándose las dificultades del terreno; i aunque ese movimiento no tuvo un éxito completo, sin embargo, los granaderos impusieron al enemigo, quien perdió en el acto la pequeña ventaja obtenida en momentos antes sobre nuestros infantes, escasos ya de municiones.

La artillería recibió órden de cortar la distancia i los cuerpos de la reserva, arma al brazo, marcharon en perfecto órden.

A la 1.45 ms., el enemigo, que había comprometido por completo sus fuerzas; que se había batido con denuedo, pero que no podía por mas tiempo resistir el empuje de nuestros soldados, retrocedió un momento i concluyó por desmoralizarse i huir en el mas completo desórden.

La batalla estaba ganada; i las tropas avanzando apresuradas por el campo sembrado de cadáveres, llegaron hasta la cumbre de los cerros que dominan a la ciudad de Tacna. A intervalos se oian por la izquierda los últimos disparos de los aliados que abandonaban por aquel lado sus atrincheramientos. A la vista de Tacna, el Ejército hizo alto i acampó en la noche por órden de US. Mientras tanto, una fuerza respetable de caballería marchaba sobre Pachia i Calama, con el propósito de cortar la retirada a los desarmados restos que conducía Montero, que abandonó el campo antes de terminarse la batalla i que no pudo reanimar el espíritu de sus soldados para hacerlos permanecer i morir en su puesto defensivo.

Hé aquí, señor Jeneral, lo que ha sido la batalla del 26, batalla sangrienta, pero que nos ha dado una de las más espléndidas victorias que cuenta la historia de la guerra americana. Es el segundo golpe dado en tierra al Perú i el último i mas certero a la alianza. Hemos tenido pérdidas que el país nunca lamentará bastante, como las del comandante Santa Cruz i mayor Silva Arriagada i otros.  Mas, el triunfo obtenido, sin contar las consecuencias que entraña es por sí solo suficiente para atenuar el dolor que causa la muerte de los que caen como nobles i bravos defendiendo su bandera.

Merece una recomendación especial la 2da división, que sin detenerse un solo momento, atacó con tal brío el grueso i el centro del enemigo, que lo desconcertó por completo. Igual recomendación merece la 4ta y 3ra: aquélla por su tranquilidad i órden en el ataque, i ésta por el oportuno ausilio que prestó a la primera i segunda.

El señor coronel Amengual mandaba la 1era división. La 2da, el comandante don Francisco Barceló, en lugar del coronel Muñoz que, dos días ántes, de órden de US., había pasado a mandar la reserva. Estaba al frente de la 3ra división el coronel Amunátegui i de la 4ta el coronel Barboza.

La caballería mandábala el señor coronel don J.F. Vergara, ménos el escuadron de carabineros de Yungai núm. 1 que, desde su llegada a este territorio, estuvo de vanguardia observando los movimientos del enemigo, mientras el resto de la caballería descansaba en Ite.  El dia de la batalla el mencionado escuadron sirvió de escolta a US., i se ocupó durante lo mas reñido de la acción en el acarreo de agua i municiones, ya que a los estanques i a los carros que conducían esos elementos les era de todo punto imposible salir de los médanos de arena en que se hallaban enterrados.

Nuestra artillería tenia a su cabeza al teniente—coronel don José M. 2.° Novoa.

Las pérdidas consisten en 23 jefes i oficiales muertos i 84 heridos; 463 soldados muertos i 1,558 heridos. Total: 2,128 bajas, entre muertos, heridos i contusos.

El enemigo dejó en el campo i en Tacna mas de 1,000 heridos, i otros tantos muertos.

El material de guerra tomado consiste en 4 cañones Krupp de montaña, último modelo; 4 id. Blakely; 2 de campaña id.; 5 ametralladoras Gatling; de 5 a 6,000 rifles de diversos; 500 granadas; 750 cajones municiones, i además un considerable número de pertrechos que seria largo enumerar. El enemigo, dominado por el pánico, no pudo, al escapar, ni siquiera clavar los cañones, que mañana podemos poner en perfecto estado de servicio.

Los prisioneros hechos, contando con los heridos, casi llegan a 2,500. Entre ellos, 2 jenerales, 10 coroneles i gran número de jefes i oficiales.

Antes de dar término al presente parte, debo decir a US. que mi orgullo de militar i de chileno se halla satisfecho con el comportamiento de los señores jefes, oficiales i soldados que tomaron parte en la memorable batalla del 26. Dignos de todo elojio i recompensa son el brío i entusiasmo con que se lanzaron al peligro a pecho descubierto. Para unos i otros, aquello fue una hora de alegría i de fiesta.

La conducción general de bagajes, señor, servicio que acaso es el que impone mas sacrificios i sinsabores, i el que exije mayor caudal de paciencia i actividad, ha sido en jeneral buena. Su jefe, el señor Francisco Bascuñan, ha estado sin descanso en su puesto de responsabilidad i sacrificio. A su lado se ha distinguido el capitán don Manuel Rodriguez.

El servicio médico, con escepcion de lijeros detalles, ha estado bien, gracias al celo e intelijencia del señor Allende Padin i sus cooperadores. No obstante, en la noche de la batalla pudimos comprender que el personal era escaso i que conviene aumentarlo cuanto sea posible, como de antemano lo había solicitado.

 

Teniente coronel don Waldo Diaz

Sargento mayor: Belisario Villagrán

Fernando Lopetegui

Guillermo Throup

José M. Borgoño

Capitán:            Francisco Villagrán

Juan Félix Urcullu

Juan M. Rojas

Teniente:          Salvador L. De Guevara

Santiago Herrera

José A. Zelaya

José A. Fontecilla

Alberto Gándara

Alférez:            Ricardo Walker

 

Agregados.

Sargento Mayor don Camilo Letelier

Capitán de corbeta: Constantino Bannen

Capitán:                 Alberto Gormaz

Alfredo Cruz Vergara

Teniente de Artillería don José F. Riquelme

 

El teniente coronel, jefe de Estado Mayor de una de las divisiones, don Diego Dublé Alméida, estuvo a mi lado ese dia i demostró intelijencia i actividad en las comisiones que se le encomendaron.

Como a US. le consta, el capitán de artillería don José Joaquín flores ha prestado en toda la campaña importantes servicios. Su intelijencia i su constancia lo hacen acreedor a la consideración de Us. i del Ejército.

Seria injusto, señor Jeneral, sino tuviera una palabra para los señores capellanes del Ejército. En la batalla i después de ella supieron cumplir con los deberes que les impone su patriotismo i su sagrado ministerio.

Adjunto los partes de los señores jefes de divisiones i jefes de cuerpos, lo mismo que las listas correspondientes. –Dios guarde a US.- José Velasquez.

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Lo que tengo el honor de trascribir a US. para su conocimiento, debiendo agregar por mi parte que los jefes de división, coronel don Santiago Amengual, teniente coronel don Francisco Barceló, coroneles don José Domingo Amunátegui i don Orosimbo Barbosa i el de la reserva don Mauricio Muñoz, han cumplido con su deber, ejecutando fielmente las órdenes impartidas por el cuartel jeneral i cuyo concurso ha contribuido además al buen éxito de las operaciones.

Igual recomendación hago al Supremo Gobierno de todos los señores jefes, oficiales i tropa que contribuyeron con su valor i decidido esfuerzo a darnos la victoria del 26 de mayo, memorable por sus resultados i por haber destruido completamente los ejércitos de la alianza.

Aunque el Jefe de Estado Mayor Jeneral, por un sentimiento de dignidad, no ha hecho el verdadero elojio de la artillería, cabe al que suscribe manifestar a US. que esta arma, mandada accidentalmente por el teniente coronel don José Manuel 2.° Novoa, ha sobrepujado en sus esfuerzos a nuestras esperanzas, contribuyendo mui eficazmente a la victoria.

El Jefe de Estado Mayor Jeneral, coronel don José Velásquez, cuyas aptitudes son bien conocidas, ha contribuido con todo el celo e intelijencia que requiere su elevado puesto, i en perfecto acuerdo con el que suscribe, ha preparado las operaciones, hasta el éxito final;  manifestando en el campo de batalla gran serenidad en la ejecución i cumplimiento de mis órdenes.

No terminaré esta esposicion sin recomendar al Supremo Gobierno los servicios prestados por todos mis ayudantes de campo durante la campaña i en la acción de guerra de que doi cuenta, cutos nombres i clases son los siguientes:

 

Coronel Don Pedro Lagos

Id. Graduado   Samuel Valdivieso

Teniente coronel: Arístides Martinez

Rosauro Gatica

Sarjento mayor:    Francisco Larrain

Capitán:                  Belisario Campos

Guillermo Lira E.

Ramón Dardiñac

Alejandro Frederick

Juan Pardo Correa.

Agregados.

Teniente Coronel don Roberto Souper

Sargento Mayor:             Javier Zelaya

Capitán:                        Augusto Orrego

Teniente:                      Julian Zilleruelo

Domingo E. Zarratea

Subteniente:                 José Santos Lara

 

Dios guarde a US.

Manuel Baquedano

Al señor Ministro de la Guerra



[1] Boletín de la guerra del Pacífico (Santiago, Editorial Andrés Bello, 1979), p. 653.

 
 
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