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La correspondencia de Miguel Grau E-mail

 

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Documentos históricos

 

La correspondencia de Miguel Grau

 

 

Monitor Huáscar.

En la mar Mayo 29 de 1879.

Queridísima hermana[1]:

 

Dentro de una hora estaré de regreso á Iquique donde distingo el vapor que vá para el Sur; y he querido aprovecharlo para dirijirte estas cuatro líneas, con el principal objeto de saludarte y mandarte muchísimos cariños para mis siempre recordadas sobrinitas.

Desde que salí del Callao, que fue el 16 del presente no he vuelto a tener noticias tuyas ni de Dolores; es probable que en el vapor que acabo de ver llegar á Iquique del Norte, tenga alguna carta de Uds; lo que deseo vivamente.

Ya estará informada del encuentro de nuestro buque con la vieja “Esmeralda” i “Covadonga”; ambos buques se han defendido con bizarría extraordinaria; á mi me tocó batirme con la “Esmeralda” á la que me ví obligado á echar a pique porque nada había logrado hacerle con los 40 cañonazos que le había disparado en cerca de tres horas de combate.  El “Huáscar” ha sufrido también algunas averías, i perdí á uno de mis mejores oficiales.

El valiente Comandante de la “Esmeralda” murió como un héroe en la cubierta de este buque, en momentos que emprendió un abordaje temerario. Yo hice un esfuerzo supremo por salvarlo, pero desgraciadamente, fue ya tarde. Su muerte me amargó la pequeña victoria que había obtenido i pasé un día muy aflijido. Conservo de Prat, su espada con los tiros, i algunas otras frioleritas que te remitiré oportunamente para que se las hagas de entregar á su pobre viuda; que las estimará como triste recuerdo de su infortunado esposo.

Mi excursión al Sur supongo que ya también la conocerás, por los telegramas de Antofagasta. Ignoro como habrán juzgado en ese país mi conducta, pero, lo que te puedo asegurar es, que habría estado en mi derecho de quemar ese puerto después que ellos principiaron haciéndome cañonazos de tierra, en circunstancia que yo dejaba el citado puerto, persiguiendo un transporte.

Corté el cable, como ellos han hecho en nuestros puertos, pero  no he ejercido ninguna hostilidad temeraria.

Al cielo le pido que me separe siempre de la “Chacabuco”[2], porque para mi sería la más grande desgracia tener que combatir con Viel á quien tanto quiero. Cuando le escribas salúdalo con afecto.

Muchas caricias a mis ahijaditas, y tu recibe un abrazo, que desde aquí te envía con todo su corazón tu hermano y compadre que tanto te quiere.

 

M. Grau.

 

P.S.- Acabo de fondear i por las noticias traídas por el vapor, se sabe que la Escuadra Chilena había estado en el Callao. Prado está en este puerto desde el domingo. La desgracia de More ha sido inmensa; al querer atacar con el espolón a la “Covadonga” se fue contra una roca.[3]

 

 


 

Desde Pisagua, con fecha 2 de junio de 1879, Grau envió la siguiente carta a la viuda de Prat:

 

Monitor Huáscar. Pisagua, Junio 2 de 1879.

 

Dignísima señora: Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a usted y siente profundamente esta carta, por las luchas que va a remontar, contribuya a aumentar el dolor que hoi justamente debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique entre naves peruanas i chilenas, su digno i valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la Esmeralda, fue, como usted no lo ignorará ya, víctima de un temerario arrojo en defensa i gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento i acompañándola en su duelo, cumplo el penoso i triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder i que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán, indudablemente, de algún pequeño consuelo en medio de su desgracia i por ello me he anticipado a remitírselas.

Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones i respeto con que me suscribo de usted, señora, afectísimo  y seguro servidor.

 

 

Miguel Grau.[4]

 

Inventario de los objetos encontrados al capitán de fragata don Arturo Prat.

Una espada sin vaina, pero con sus respectivos tiros.

Un anillo de oro de matrimonio.

Un par de jemelos i dos botones de pechera de camisa, todo de nácar.

Tres copias fotográficas, una de su señora i las otras dos probablemente de sus niños.

Una reliquia del Corazón de Jesús, escapulario del Cármen i medalla de la Purísima.

Un par de guantes de Preville.

Un pañuelo de hilo blanco, sin marca

Un libro memorándum.

Una carta cerrada i con el siguiente sobrescrito: “Señor J. Lassero. Gobernación Marítima de Valparaíso. Para entregar a don Lorenzo M. Paredes.

 

En la respuesta a la carta, la viuda de Prat le dice a Grau:

 

 

Valparaíso, Agosto 1 de 1879.

Distinguido señor:

 

Recibí su fina i estimada carta fechada a bordo del Huáscar en 2 de Junio del corriente año. En ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se digna usted a acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo, i tiene la jenerosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraron sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí de un valor inestimable por ser, o consagradas por su afecto, como los retratos de familia, o consagradas por su martirio como la espada que lleva su adorado nombre.

Al proferir la palabra martirio no crea usted, señor, que sea mi intento de inculpar al jefe del Huáscar la muerte de mi esposo. Por el contrario, tengo la conciencia de que el distinguido jefe que, arrostrando el furor de innobles pasiones sobreescitadas por la guerra, tiene hoi el valor, cuando aun palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo i de poner mui alto el nombre i la conducta de mi esposo en esa jornada, i que tiene aun el mas raro valor de desprenderse de un valioso trofeo poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de no haber sido jamás rendida; un jefe semejante, un corazón tan noble, se habría, estoi cierta, interpuesto, a haberlo podido, entre el matador y su víctima, y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para su patria como desastroso para mi corazón.

A este propósito, no puedo menos de espresar a usted que altamente consolador, en medio de las calamidades que originan la guerra, presenciar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua.

Profundamente reconocida por la caballerosidad de su procedimiento hacia mi persona i por las nobles palabras con que se digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco mui respetuosamente de usted i afma. S.S.

 

Carmela Carvajal de Prat. [5]

 



[1] Aunque se dirige a su cuñada, se le daba el trato y condición de “hermana”.

[2] En ese momento el comandante de la Chacabuco era el Capitán Oscar Viel, casado con la hermana de la señora de Miguel Grau.

[3] Original y copia, colección privada de Marcial Soto.

[4] Pascual Ahumada Moreno, La Guerra del Pacífico, p. 305

[5] Pascual Ahumada, Ibíd.

 

 
 
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